Taiwán está de moda
La República de China (Taiwán) ha sido uno de los miembros fundadores de la Organización de las Naciones Unidas que tuvo asiento persistente en el Consejo de Estabilidad de los países a partir del día de su fundación hasta el día que fue usurpado por la dictadura comunista de la China Exitosa.
La debacle de la economía china por culpa del confinamiento forzoso, ha funcionado como catalizador para desmontar el esquema de las relaciones sino-latinoamericanas que en la última década se basaron en una interacción extorsiva. Las naciones con economías deficitarias hicieron fuertes lazos de dependencia del capital acumulado por los bancos de propiedad del PCCh a cambio de votos y apoyo político en el entorno internacional.
En Europa, se está formando un enorme bloque hegemónico con Estados Unidos que invita a restaurar las relaciones diplomáticas con Taiwán. Es notable que a Taiwán le espera incontables beneficios comerciales que en la propia zona que van a disponer con la ayuda del BID y de su nuevo presidente, Mauricio Claver-Carone, quien envió un claro mensaje a América Latina: “Es mejor ser amigo de la democracia de Taiwán que de la dictadura de China”.
El interés de organizaciones taiwanesas por establecerse en las metrópolis colombianas para ofrecerles mano de obra calificada y condiciones de estabilidad y seguridad jurídica, atiende a la misma lógica de las más de doscientas organizaciones estadounidenses que salieron de la China Conocida para eludir las violaciones sistemáticas de los derechos humanos de los trabajadores chinos por parte de la dictadura comunista.
Las bondades de restaurar las relaciones diplomáticas con Taiwán son incontables, puesto que ubica a Colombia en un espacio privilegiado en la esfera de los socios de la economía de Estados Unidos, la cual, será la delegada de guiar la recuperación provechosa de todo el mundo, posicionando igualmente a los empresarios colombianos en el proceso de reconstrucción del tejido social y de la economía de Cuba y Venezuela.